viernes, 1 de junio de 2012

¿Qué son los antónimos?



Dos palabras son antónimas cuando tienen significados opuestos, como ocurre, por ejemplo, con caliente y frío, abierto y cerrado, día y noche.

La antonimia es una relación semántica, igual que lo son la sinonimia, la hiperonimia, la hiponimia, la meronimia y la holonimia.

El concepto de antonimia, intuitivamente, resulta fácil de aprehender. De hecho, los niños muy pronto aprenden a identificar este tipo de relaciones, lo que indica que constituyen una parte básica de nuestra capacidad para entender el mundo. Sin embargo, la noción de antonimia se revela más compleja de lo que inicialmente parecía en cuanto la examinamos con un cierto detalle. Es fácil darse cuenta de que no todos los antónimos mantienen entre sí el mismo tipo de relación. No es igual la oposición que se da entre vivo y muerto, gordo y flaco, amo y esclavo. Por eso se suelen distinguir tres tipos de antónimos:

a) Antónimos complementarios o binarios: Son aquellos que mantienen una relación tal que lo uno excluye lo otro: o es lo uno o es lo otro, pero no hay término medio. Un ejemplo clásico es muerto y vivo: o estoy muerto o estoy vivo, pero no hay nada entre medias. Un ejemplo que los estudiantes experimentan en sus propias carnes es el de aprobar o suspender: o consigues lo uno o te pasa lo otro, pero no te puedes quedar en medio. Otros ejemplos son par e impar, abierto y cerrado, encendido y apagado.

b) Antónimos graduales: Son los que ocupan los extremos de un continuo en el que se pueden identificar diferentes grados. Esto es lo que ocurre con gordo y flaco. Uno puede ser más gordo o menos gordo, puede ser más bien flaco o bastante flaco o tirando a flaco. Podemos coger a cien personas y ordenarlas de más gorda a más flaca (o al revés), pero, como es característico de las nociones graduales, habrá una zona intermedia, indeterminada, en la que no sabremos decir si alguien es gordo o es flaco. Otros pares de este tipo son alto y bajo, claro y oscuro, caliente y frío, odiar y amar.

c) Antónimos inversos o direccionales: Son los que implican pares que no pueden existir el uno sin el otro y que equivalen a perspectivas opuestas dentro de una misma relación. Por ejemplo, la noción de esclavo solo tiene sentido en relación con la de amo o la de padre, en relación con la de hijo. Este tercer grupo es el más problemático y constituye, en realidad, un cajón de sastre en el que se acumulan pares muy diversos. A los anteriores podemos añadirles dar y recibir, atar y desatar, entrar y salir, etc.

Aunque la antonimia es una relación que se establece entre pares de palabras, eso no quiere decir que sea una relación exclusiva entre dos palabras. Es cierto que pequeño es antónimo de grande, pero eso no significa que sea el antónimo de grande, pues este adjetivo puede tener y de hecho tiene otros antónimos como chico o menudo.

No es frecuente, pero puede darse el caso de que una palabra sea antónima de sí misma. Esto es lo que ocurre con palabras que contienen significados contrarios, como alquilar, que acumula en su interior dos antónimos inversos: ‘dar en alquiler’ (lo que hace el dueño) y ‘tomar en alquiler’ (lo que hace el inquilino o arrendatario).

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